Publicado en Caracola Magazine y Revista La Coyol Transcurría la mañana del décimo mes del 2020 dónde yo como de costumbre hacía mi rutina y a la vez, en ejercicio mental, trataba de escribir algo en el celular con la pantalla estrellada; igual que mi mente atrofiada por tanta hambre que tenía. De repente me llegó una notificación de mensaje. Al abrir la bandeja y leer el cuerpo del mismo, se me invitaba a una caminata feminista. Me torné asombrada pues se había sugerido mi presencia para asistir y participar en una intervención cultural dentro de la misma marcha. Nació en mí una curiosidad innata y demasiadas ganas por aceptar, sin embargo, no lo hice. Y es que entre lo temeraria que puedo ser, brotó mi prudencia, por decisión propia, porque no soy feminista, me solía repetir . Al comentar este hecho a mis conocidos surgieron a mi alrededor ideas de sobreprotección, de frases desalentadoras como “y para qué vas ahí” “te vaya a pasar algo” “y que tal si te matan como a las otras”, et